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12 Los hombres antes mencionados se presentaron en la casa y encontraron a Daniel orando y suplicando a su Dios. 13 Acudieron de inmediato al rey y le recordaron el real decreto:

— ¿No has firmado un decreto ordenando que, durante treinta días, nadie rece a cualquier otro dios o ser humano, salvo a ti, majestad, so pena de ser arrojado al foso de los leones?

El rey respondió:

— Así es, y se trata de un decreto irrevocable, según la ley de los medos y de los persas.

14 Entonces dijeron al rey:

— Pues Daniel, uno de los deportados de Judá, no te obedece, majestad, pues pasa por alto el decreto que firmaste. Ora tres veces al día.

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